morning star and candy for kids

Quiero 88 mañanas a la semana para mí. Poner los pies en agua calientita y que me mimen. Todo el día. Regálenme las mañanas, tempranito despertar y beberme un café aunque deba llevar crema aunque este sin estrenar la maquina de los capuccinos, aunque por lo general esos minutos los prefiero dormir porque por lo general me acuesto así de tarde sin querer. Si no vas a avanzar, lo mejor es quitarse del medio. Decía despertar tempranito porque no hay nadie que joda alrededor todavía, porque son vibrantes las mañanas azules en las que oyes pajaritos y te sientes así muy tune-in con todo y porque algún día tengo que practicar y hacer valer mis aspiraciones de morning-person frustrada. Que tiene de malo la vulnerabilidad? Porque a mi no me gusta nada-nada. Y los issues aquellos siguen in-tac-tos. Separar las silabas sí que puedo sin pensarlo dos veces. Untar de mi boca las cosas que yo no digo en su boca porque no se decir como mermelada a la tostada: no tiene precio. Que me escupas tus silencios no es mi mejor manera de hablar. But i chose this. I decided to remain silent and oreo-less. Evitaré empezar frases con ‘yo’. Pero no me sale mucho. Iba a decir, queda mucho por hacer pero coño, el horno no ta pa galletica. A menos que sean de chocolechip. It’s pretty much a take it or leave it kinda thing. Sin mucho realismo salpicado de drama-offbrodway ish-cargadito como el café. Porque ‘che paaaalle’ coño que no te entienda cuando se lo desmenuzas en frente de la nariz y pones signos brillantes, en mute pero gigantes por todos lados. Fuck. Muy calladito el fuck. Casi de resignación. Dije casi. ‘Yo’ fue el sujeto obviado e intuído. La escasez tiene sus medios para hacerse notar, sentir, masticar. 'The art of looking sideways', unas notas escritas a mano y la colilla de un ciggie que no es mío. A la cama. Me voy a soñar con barcos y grama mojada y pedicures perfectos y uñas rojas y lunares.